En 2005, cuando llegué por primera vez a Santiago soñé con poder mostrar a mis padres y hermanas lo que viví en el Camino, lo que sentí y siento aun cuando vuelo libre por esos Caminos, con la única intención de disfrutar del día vivido y de los compañeros de andaduras. El sueño se truncó en 2012, cuando murió mi padre… Me repito. Esto ya lo he escrito en Mi Primer Camino.
En 2015 pude disfrutar de una semana con mi hermana pequeña, de Roncesvalles a Logroño, donde recorrimos en 5 días lo que otros años hice en 7. Fue un relámpago que me abrió los ojos y un trueno que me estremeció el corazón. Debía darme prisa. La vida pasa veloz y nadie sabe cuánto tiempo disfrutaremos de quienes amamos y queremos.
En 2019, por fin, conseguimos entre todos convencer a mi madre para que aceptara recorrer Sarria – Santiago conmigo. Ella y yo. Tras 14 años de esa idea primigenia, de ese sueño casi absurdo, con la cabeza en el cielo y los pies en el suelo, lo preparamos todo para recorrer lo que para muchos son 5 etapas en 14 días. No voy a contar cómo fue el Camino con mi madre, pues ya lo escribí en su día, pero sí debo contar porque, ahora, me apremia un Roma – Santiago. Fue un Camino maravilloso, compartido con la mujer que más quiero o amaré jamás pero…
Estábamos ya de vuelta. Las lágrimas derramadas en la Plaza del Obradorio se habrían evaporado, los silencios de Fisterra y Muxía quedaban muy lejos; atrás Galicia, León nos recibía y despedía con la cordialidad del gran anfitrión, con los brazos abiertos y una sonrisa. Y llegamos a Carrión de los Condes, donde todo cambió, donde viejas heridas se reabrieron. Curiosa mezcla de alegría y tristeza la que me invadió. Fue un dolor tan dulce el que disfruté esa tarde que, a medio camino entre llorar o reír, una triste sonrisa adorna mi cara desde entonces. Os puedo asegurar que no me marché siendo el mismo que cuando llegamos al Albergue de las Hermanas Agustinas ¡Mil gracias, Hermana Isabel!
En 2001, cuando me lancé al Camino por primera vez, mi única intención fue desconectarme de la realidad y nada me hacía pensar que terminaría volviendo a él cada vez con más ganas y necesidad. Lo que en su momento fue una terapia para superar un bache, salir a caminar, con el tiempo se ha convertido en un bálsamo que me sana del trajín diario; y el Camino… Mi terapia más eficaz.
Después de recorrer unos cuantos Caminos, todos acabamos conociendo a decenas o cientos de personas que nos sorprenden con mil y una historias. Algunas banales y otras sorprendentes: Aquel comercial de sillas de dentista que dejó el trabajo y se tomó unas ‘vacaciones de la familia’ para ir de Roncesvalles a Santiago; aquella australiana que, con los pies llenos de ampollas, seguía caminando hasta que al cruzar el puente de Hospital de Órbigo le reventaron y tuvo que pasarse una semana con los pies vendados; aquella mexicana que, el día que ella partía hacia el Camino, escuchó de boca de su hijo que él emprendía una nueva vida en un seminario; aquella chica que, harta de maltratos, abandonó a su pareja para coger impulso y fuerza y empezar una nueva vida en solitario; aquel que, cumplida ya su condena física y casi recién excarcelado, fue al Camino para redimir su alma y empezar a escribir un nuevo índice para su nueva vida; alguien que hace el Camino a pie con dos perros y dos burros; peregrinos que se conocen en el Camino y en 10 días deciden casarse… Hay tantas y tantas historias en el Camino!
Pero las que más me sorprendían siempre eran las de aquellos peregrinos que emprendían larguísimas peregrinaciones. Con semblante tranquilo, suelen pasar desapercibidos. Buscan tranquilidad, hablan bajo, casi susurrando, y sus palabras apuñalan una y otra vez el corazón de quien los escucha, dejando una y mil cicatrices en él, impidiendo que te olvides jamás de ellos. Con aquel lenguaje tranquilo y despreocupado de quien dice obviedades, sin importarles lo más mínimo la opinión de los demás, exponen sus ideas y cuentan mil y una historias vividas en primera persona en sus decenas de miles de kilómetros recorridos (sí, decenas de miles de kilómetros). Su mirada es profunda y sincera. No te miran a los ojos; los atraviesan, se hunden en ti, te miran al alma, como para hablar directamente con ella y decirle ‘Aquí estoy, para lo que necesites’. Jamás he escuchado palabras tan sabias, ni disfrutado de corazones tan nobles, ni visto miradas más profundas y penetrantes que las suyas. Caminantes eternos… Peregrinos perpetuos…
En junio de 2019, mientras recorría el Camino del Salvador, conocí a un peregrino que llevaba años (sí, años) recorriendo mil y un Caminos europeos. No es el primer peregrino de este tipo que conozco (ni será el último, lo sé) pero, ve a saber por qué, esta vez fue distinto. Siempre he admirado esa determinación inquebrantable de quien se lanza a recorrer miles y miles de kilómetros dejando atrás todo su mundo. Alejándose de todo y todos durante meses, quizás años. Y es entonces cuando me asaltan las contradicciones. Desde hace mucho tiempo tengo el sueño de lanzarme a algo así, a CAMINAR (sí, en mayúsculas) meses y meses, sin preocuparme de nada más que llegar caminando al siguiente ocaso pero… Al mismo tiempo NECESITO (también en mayúsculas) estar con mi madre, mis hermanas, cuñados y sobrinos. No puedo pasar un día sin hablar o verlos. Y así ando, entre sueños y realidades, planeando un viaje de meses que no es razonable y al que mi corazón se amarra. Un corazón que necesita de mi familia para sentirse feliz y que grita ‘libertad!’. Y me propuse hacerlo algún día. No sé cuando, no sé cómo, ni sé con quien, pero supongo que será tan pronto como pueda, a pie, en solitario y, seguramente, gozando y sufriendo a partes iguales.
Para mí, Roma – Santiago no será un Camino más; no será empezar en un sitio y terminar en otro; no será seguir flechas como en cualquier Camino de Santiago. Será enlazar varios Caminos, GR, senderos locales… y buscar alternativas para ir de un sitio a otro. Lo más razonable al plantearse un Roma – Santiago sería buscar la ruta más ‘sencilla’ y recorrer los casi 3.000 km que separan Roma de Santiago en unos 3 meses; no es el viaje que quiero. No quiero llegar a los Pirineos y cruzarlos deprisa para continuar por el Camino Catalán o Francés; deseo recorrer todo el trayecto descubriendo todo a mi paso, repisando lo mínimo posible trayectos que ya he recorrido y, porque no decirlo, complicándome algo la vida.
Este año tenía previsto recorrer el Camino de Invierno a finales de marzo; no pudo ser. Para este verano/otoño debía añadir, también, el Camino del Baztán y/o el Vasco Interior; tampoco podrá ser. Me quedo sin descubrir unos cuantos Caminos que ardo en deseos de conocer y recorrer y, así las cosas, me permiten complicarme un poco más mi Camino Soñado. Este:
– Salir de Roma y llegar a Port de la Selva bordeando el mediterráneo tanto como pueda para llegar a los pies del Pirineo…
– Recorrer la Transpirenaica (GR11) para ir desde Port de la Selva hasta Irún…
– Donde continuaría por el Camino del Norte hasta Bilbao (versión corta) o bajar por el Vasco Interior hasta Burgos y subir luego por el Valle de Mena hasta Bilbao (‘extended versión’)…
– Continuar por el Camino Olvidado hasta Vilafranca del Bierzo…
– Donde debería hacer una etapa por el Camino Francés, retrocediendo, hasta Ponferrada…
– Para poder continuar por el Camino de Invierno hasta, ahora sí, Santiago. Y quien sabe…
– Igual hasta llegaba a Muxía.
En total, unos 2.900 km que, si todo va bien, debería recorrer en entre 3 y 5 meses. Si, ya sé que es una horquilla muy amplia pero, quién sabe, igual me pongo a caminar y decido modificar este trayecto por otro menos exigente, igual acabo recorriendo 30 o 40 kilómetros diarios en lugar de los poco más de 20 que me salen según las guías y mi prudencia, igual para ir de Irún a Bilbao acabo escogiendo la opción larga, o enlazo con algún otro Camino… Quién sabe.
De momento, me limito a recopilar información: tracks, webs, guías, charlas, comentarios sueltos… Tras semanas de buscar información, ya dispongo de todos los tracks de todo el recorrido y he creado una hoja de cálculo con una primera planificación básica; en los apartados marcados en verde creo que no habrá problemas ni con el alojamiento ni con el recorrido; pero aun me falta terminar de comprobar el trayecto y dónde dormir en las secciones en amarillo. En todos lados busco información y de todos sitios aprendo. Y cuanto más busco y más encuentro, más ganas tengo de ir.
Necesito aplacarme. Serenarme. Debo dejar de gritar en silencio. Tengo heridas que deben cicatrizar y se impone una cura urgente. Sé que plantearme un Roma – Santiago es un reto para cualquier persona. Hay muchas cosas que preparar antes de irte a 3.000 km para poder volver a casa. Es un viaje que, si llego a realizarlo, difícilmente podré repetir alguna otra vez en mi vida. El tiempo, dinero y energía invertidos en algo así lo convierten en un sueño casi imposible para casi todos pero… Me gustaría formar parte de esa minoría escogida que te hunde la mirada en el alma y te dice ‘Aquí estoy, para lo que necesites’.
Sí, sé que es un sueño; un sueño que deseo y que, como todos mis sueños lúcidos, algún día haré realidad. Porque me gusta cumplir mis sueños.
Me entusiasma hacer este de Roma a Santiago empatando con el del Norte para llegar a Santiago , pero como quiero hacer el de San Francisco de Asís desde Toscana a Roma… acá empataría para empezar en Roma, cuánto tiempo necesitaría para hacer todo esto ?
O sea desde la Toscana- Roma- Irún – Santaiago. Yo voy sola, no se si será algo peligroso para una mujer sola hacer esto . Gracias por su consejo
Martha Anzola
No sé que responderte, Martha. Este trayecto que he soñado para mí, de momento, es sólo un sueño y la planificación que he hecho ha sido absolutamente personal.
Me he guiado por guías de la Vía Francígena, uniendo GR’s, Caminos de Santiago… En tu caso, deberías hacer lo mismo:
– Decidir, más o menos, por dónde deberías ir
– Buscar todos los trayectos que se adecuen a lo que quieres hacer
– Buscar ‘uniones’ con GR’s MR o sendas locales
– Calcular la dificultad de cada trayecto
– Hacer una previsión de tiempo necesario para recorrerlo
– Decidir cuando es la mejor época para recorrer la parte más complicada
– Ajustar la fecha de inicio para que el mejor tiempo te coincida con la parte más dificultosa climáticamente
Siento no poder ser más preciso.
En Bodenaya, en el Camino Primitivo el año pasado conocí a Demetrio que venía haciendo ese camino, después de tres meses caminando se le veía feliz, ojalá puedas hacerlo.
Cómo no iba a estar feliz, tras 3 meses seguidos en el Camino? Nos pasa a todos nosotros y vamos de una a cuatro semanas al año…
Yo lo conocí en el Salvador el año pasado, en octubre.
Fue una suerte. Gracias a haber coincidido con él, pudimos cumplir un deseo de la Hospitalera de Bendueños.
Felicitaciones por lo ya caminado!
Y felicitaciones por tan hermoso sueño.
Y los sueños hay que concretarlos.
Con mi esposa Rosana, nos propusimos hacer a pie Roma a Santiago. Y por no dejar tanto tiempo a familia y amigos, lo planificamos en tres tramos: 1/3 en 2019 (que concretamos), el 2do en 2020 (que hubiéramos comenzado el 15 de abril, y obviamente por razones de fuerza mayor suspendimos), y el último tramo en 2021 festejando el Año Santo Jacobeo.
Veremos cuándo podremos reiniciar y terminar este hermoso proyecto.
Te mandamos un fuerte abrazo peregrino.
Podés contactarnos en amigosasantiago@gmail.com y en Facebook donde publicamos en forma muy resumida el tramo Roma a Gap.
Muchas gracias por los ánimos.
Este es un Camino que deseo realizar del tirón y tengo tanta prisa por salir de Roma como la que tendré para llegar a Santiago: ninguna.
Lo estoy saboreando desde hace ya algunos meses, buscando información, pensando que recorrido hacer, dónde dormir… Además el GR11 endurecerá, complicará y añadirá muchos días pero me hace especial ilusión realizar la Transpirenaica como parte de este viaje.
Ojalá podais continuar con vuestro Roma – Santiago muy pronto. Ánimo, fuerza y paciencia!