¿Cuándo ir al Camino?

Debemos tener presente que existen muchos tipos de camino: de montaña, costeros, llanos, llenos de cuestas, con muchos servicios, casi sin ninguno, que llegan a Santiago, que terminan conectando a otro camino, más o menos solitarios… Y según nuestras preferencias, el tiempo del que dispongamos, nuestro presupuesto, el estado físico o mil y un condicionantes más (nuestros o de nuestro/s acompañante/s) acabaremos por escoger un camino u otro. Ya hablé de ello en el artículo ‘Mil y un caminos y no creo que deba añadir nada más pero hay un aspecto fundamental que deberemos tener en cuenta para escoger un camino u otro, para preparar el equipo que necesitemos o si debemos o no realizar reservas antes de salir hacia el Camino: el mes o la estación en la que caminemos.

Hay quien se toma un año sabático, quien se ha quedado sin trabajo o quien disfruta de la jubilación pero para la mayoría de personas lo más determinante a la hora de ir al Camino van a ser nuestras vacaciones. Muchas veces estaremos limitados por el calendario de la empresa en la que trabajemos pero, si podemos, debemos hacer lo posible para cogerlas cuando mejor nos vayan para el recorrido que deseemos hacer.

Un mismo lugar en una estación distinta hace de un mismo camino un camino distinto

Caminos mayoritarios

En un principio, y para los recorridos más transitados, yo recomendaría ir entre abril y septiembre y, si es posible, no ir ni en Semana Santa ni desde julio hasta mediados de septiembre. En esas fechas, suelen estar demasiado transitados y podemos tener problemas a la hora de encontrar camas en albergues. Dicho esto, los recorridos más transitados son los que disponen de más opciones de alojamiento y, aunque no sea en albergues, raro será que no encontremos un lugar para dormir. Por supuesto, si lo que nos gusta es relacionarnos con muchas personas a diario o tenemos ciertas reticencias a caminar solos, ese ‘exceso’ de personas se torna una ventaja.

¿Una estación? Primavera u otoño serían mis recomendaciones. En verano, el exceso de peregrinos y las altas temperaturas hacen que yo no lo disfrute tanto pero, a quien no le moleste el calor o el tráfico de peregrinos, dispondrá de la mayor oferta de servicios posible.

¿Un mes? Desde principios de mayo hasta mediados de junio o la última quincena de septiembre. En estas fechas, estará todo abierto, la primavera o el inicio del otoño colorean todo a nuestro paso y las temperaturas serán suaves por la mañana, no demasiado altas al medio día y frescas por la tarde/noche, lo que nos asegurará poder dormir de forma agradable por las noches.

Semana Santa, julio y agosto, por calor o afluencia de peregrinos, son las épocas a evitar en los caminos principales

Caminos secundarios

En los caminos secundarios, aun en ‘temporada alta’, el flujo de peregrinos es menor. Por esta razón, las opciones de alojamiento son menos abundantes y, sin ser escasas, nos limitarán más a la hora de modificar las etapas pero difícilmente nos quedaremos sin cama al final del día. En algunas etapas puede ser que no exista ningún albergue y debemos acabar pasando la noche en otro tipo de establecimiento pero suelen ofrecer ‘precios populares’ para peregrinos.

¿Una estación? Si nos fijamos solamente en el tráfico, primavera, verano u otoño serían mis recomendaciones, pues no hay tanta afluencia como en los más transitados y no tendremos problemas para encontrar alojamiento. Si nos fijamos en los recorridos, la Vía de la Plata recomendaría hacerla en primavera u otoño, el Primitivo de mayo a mediados de septiembre, el Norte en verano… ¿Por qué?

En la Vía de la Plata, en verano podremos ‘disfrutar’ de temperaturas que superarán con mucha facilidad los 40°C a la sombra y no sería descabellado pensar en posibles problemas debidos a un posible golpe de calor. Si no deseas beber agua caliente cada vez que eches un trago de la cantimplora, ve en cualquier estación menos en verano.

El Camino Primitivo es uno de los caminos en los que más charcos y barro me he encontrado, y eso que lo recorrí en pleno verano (julio y agosto). No charquitos de los que aparecen tras 4 horas de lluvia, no, charcos o barro en los que se hunde el pie hasta más arriba del tobillo, en los que se queda pegado el zapato y acabas descalzo cuando levantas el pie. En los meses con más lluvia y temperaturas más bajas, no quiero ni pensar en los ‘lagos’ y barrizales que debe haber.

El del Norte en verano, sin duda, porque el Cantábrico hace que las temperaturas sean mucho más bajas de lo que la mayoría estamos acostumbrados en pleno verano, porque las lluvias son frecuentes y porque los días buenos son un espectáculo para los sentidos. Fotografiar la salida del sol por la mañana, oler el mar mientras caminamos por el borde de un acantilado o por una playa o priorizar la puesta del sol a la cena no es nada raro en el Norte. Quien quiera 30 o 40 fotografías hechas por él dignas de acabar siendo un póster tamaño pared, tan sólo debe ir 10 días al Camino del Norte.

¿Un mes? Para la Vía de la Plata recomendaría de marzo a mayo y finales de septiembre; para el Primitivo junio, la primera quincena de julio y septiembre; y para el Norte, sin duda, julio y agosto.

Excepción hecha de la Vía de la Plata, primavera, verano y otoño son estaciones maravillosas para recorrer los caminos secundarios

Caminos minoritarios

Ir a caminos minoritarios de verdad suele traer bastantes más problemas. Las posibilidades de alojamiento son las que son, hay lo que hay y, a veces, ni eso. No se trata de si hay albergues abiertos o cerrados sino de cualquier tipo de alojamiento donde dormir. Hay caminos cuyas etapas están ‘marcadas’ por la disponibilidad de alojamiento y, dependiendo de cuando se vaya, habrá que doblar etapa, pues el alojamiento que hay en medio estará cerrado. Así, si no se realiza una buena planificación, dos etapas de 20km que pueden realizarse en primavera, verano u otoño, pueden acabar convirtiéndose en una de 40km en invierno porque el alojamiento que hay al final de la primera etapa está cerrado.

¿Una estación? Primavera, verano y principios de otoño. En éste tipo de camino, si no queremos complicarnos la vida o recorrer etapas largas, no es recomendable ir cuando los establecimientos aprovechan la falta de clientes para cerrar por vacaciones.

¿Un mes? El que queramos, de marzo o abril hasta septiembre u octubre. Seguramente recorramos las etapas solos y puede pasar que no coincidamos con ningún peregrino en todo el recorrido.

En los caminos minoritarios deberemos adaptar nuestras etapas a las posibilidades de alojamiento y deberemos estar preparados física y mentalmente para ello

¿Qué tipo de peregrino eres?

Si te gusta el gentío y disfrutas de relacionarte con multitud de personas a diario, sin duda deberías optar por el Camino Francés, el Portugués de la Costa, el Portugués Central o el Camino Inglés en época vacacional, sobre todo en verano, y .

¿Prefieres un poco más de tranquilidad? Si quieres un camino fácil de recorrer, con todos los servicios y sin ‘exceso de personal’, recorre uno de los caminos principales fuera de época vacacional u opta por un camino secundario en primavera, verano u otoño.

Pero si realmente eres de los que disfrutan de la soledad, deseas una desconexión de la sociedad o realmente eres antisocial, un camino secundario entre finales de otoño y principios de primavera o un camino minoritario en cualquier época del año debe ser tu elección. Difícilmente coincidirás con nadie y tu sombra será la única compañía que estarás obligado a soportar (y tan sólo los días que haga sol).

Si hasta tu sombra te molesta, ve a un camino minoritario

Estaciones y temperaturas

Si deseamos una temperatura agradable, sin demasiado calor al medio día y con temperaturas que permitan dormir de forma agradable por la noche, primavera y otoño serán las estaciones que debemos tener en cuenta. La contrapartida será que el tiempo será más inestable y que las lluvias harán acto de presencia con mucha más asiduidad y que las temperaturas pueden sufrir variaciones muy importantes en apenas un par de días de diferencia.

Yo recomendaría la primavera a quienes deseen recorrer el Camino Francés entero o a quienes les toque recorrer la meseta. Si ya es preciosa en julio, agosto y septiembre, con los campos segados y un suelo dorado que cubre hasta el horizonte, ver un mar verde de cereales bailando al ritmo del viento es hipnótico.

La primavera es para el Camino Francés, entre Logroño y León, para hipnotizarnos con el vaivén de un mar verde de cereales bailando al ritmo del viento

Si el recorrido que hacemos es montañoso, debemos tener en cuenta la fecha de nuestro viaje para reducir la posibilidad de encontrarnos con nieve o hielo. En un caso así, yo optaría por recorrerlo en verano y olvidarme de cargar con material para nieve o hielo.

Verano también sería la estación que escogería para cualquier camino que recorra la costa cantábrica o atlántica. Las temperaturas diurnas tampoco son tan altas como en la costa mediterránea o el interior de la Península y por la tarde/noche refresca de lo lindo.

El verano es para esos caminos costeros y de montaña en los que nos olvidaremos de masificaciones y temperaturas elevadas

Lo que dije para la primavera, vale para el otoño pero con una diferencia: los colores. La primavera son verdes, amarillos chillones, azules… Colores con los que la primavera presume del renacer de todo. El otoño es más discreto. Los bosques ‘queman’ con una mezcla de ocres, amarillos y rojizos cubriendo laderas y valles y hacen del otoño una maravillosa estación para caminar.

Otoño sería la estación ideal para esos caminos rompe piernas, donde podamos disfrutar de mil valles boscosos

En invierno no habrá ningún recorrido fácil. A las dificultades de cada Camino, se añadirá la falta de alojamiento, el descenso de la temperatura, el cierre de algunos servicios, la ausencia de otros peregrinos… Un Camino en invierno es un reto para el que hay que prepararse y planificarlo con tiempo.

Sí será complicado ir al Camino en invierno que hasta hay un Camino de Invierno: una variante del Camino Francés que parte de Ponferrada y llega a Santiago, añadiendo unos 60 kilómetros a la ruta tradicional, para evitar las más que probables nieves del Camino Francés (Foncebadón, La Cruz de Ferro, O Cebreiro…).

Invierno es la estación ideal para recorrer el Camino de Invierno

Concluyendo

La intención de esta publicación no es sentar cátedra, sino dar una pequeña orientación para aquellas personas que, por vivir en otro continente o por no haber ido nunca al Camino, necesiten de algún tipo de guía básica para empezar a preparar su Camino.

Por ejemplo: Me sabría mal que alguien se recorriera medio mundo para venir al Primitivo en pleno mes de octubre y acabe harto de lluvia y barro; o que alguien se decida a recorrer la Vía de la Plata y se ‘olvide’ de las temperaturas que pueden poner en peligro su salud y, en casos extremos, hasta su vida; o que alguien decida recorrer un Camino con la intención de aislarse del mundo y se encuentre con un gentío…

Éste vuelve a ser un artículo de opinión con el que muchos no estarán de acuerdo conmigo. Incluso yo puedo entrar en contradicción conmigo mismo, dependiendo de la necesidad que tenga de ir al Camino, de mi disponibilidad vacacional, las preferencias de mi posible acompañante… Espero, al menos, haber resuelto alguna duda.

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