Debemos tener presente que existen muchos tipos de camino: de montaña, costeros, llanos, llenos de cuestas, con muchos servicios, casi sin ninguno, que llegan a Santiago, que terminan conectando a otro camino, más o menos solitarios… Y según nuestras preferencias, el tiempo del que dispongamos, nuestro presupuesto, el estado físico o mil y un condicionantes más (nuestros o de nuestro/s acompañante/s) acabaremos por escoger un camino u otro. Ya hablé de ello en el artículo ‘Mil y un caminos‘ y no creo que deba añadir nada más pero hay un aspecto fundamental que deberemos tener en cuenta para escoger un camino u otro, para preparar el equipo que necesitemos o si debemos o no realizar reservas antes de salir hacia el Camino: el mes o la estación en la que caminemos.
Hay quien se toma un año sabático, quien se ha quedado sin trabajo o quien disfruta de la jubilación pero para la mayoría de personas lo más determinante a la hora de ir al Camino van a ser nuestras vacaciones. Muchas veces estaremos limitados por el calendario de la empresa en la que trabajemos pero, si podemos, debemos hacer lo posible para cogerlas cuando mejor nos vayan para el recorrido que deseemos hacer.
Un mismo lugar en una estación distinta hace de un mismo camino un camino distinto