Al Camino no hay que ir con prisas. Cada uno debe ser consciente de sus limitaciones físicas y adaptarlo a sus necesidades. No es una carrera. No hay nadie tras una línea de llegada, esperándote para desmontar el cartel de ‘Meta’. Da lo mismo si tardas tres días o tres semanas. ¿Acaso hay prisa? Yo no la tengo y, mucho menos, se la daría a ella; por eso modifiqué las típicas etapas para adaptarlas a sus posibilidades.
Cuando uno se lanza al Camino o a un recorrido senderista debe ser consciente de su ‘velocidad de crucero’ para intentar calcular aproximadamente la duración de las etapas que se ha programado. Durante los entrenos que compartimos mi madre y yo, nuestro ritmo era algo inferior a 4 km/h, lo cual quiere decir que, con la mochila a cuestas y con cansancio acumulado, debía contar un ritmo de unos 3,5 km/h, o quizás menos.
Todos tenemos en mente que de Sarria a Santiago hay unos 115 km que normalmente suelen distribuirse en 5 etapas; lo que supone una media de 23 km diarios. Ni por asomo me plantearía pedirle esas distancias a mi madre. Por resistencia física y la velocidad a la que iríamos, debía modificar las etapas a sus posibilidades y, para ello, debía:
- Saber qué poblaciones disponen de albergue: Hay albergues que tan sólo abren los meses de buen tiempo y, yendo en octubre, debía asegurarme qué poblaciones ofrecían posibilidades de alojamiento.
- Ajustar las etapas a no más de 8 o 9 kilómetros de media: quizás pueda pensarse que 8 o 9 kilómetros no son distancias dignas de un peregrino, que menos de 15 km es un paseo y que no reviste ninguna dificultad para nadie. Bueno… Opiniones hay muchas pero, dependiendo de las enfermedades crónicas que se padezcan, incluso 8 o 9 kilómetros pueden resultar excesivos. Y, a quien opine en contra, quizás los años o alguna enfermedad futura le haga recuperar la humildad y la empatía que se deberían tener.
Una vez establecidas estas dos premisas, cambié las etapas establecidas y pasé de una programación típica de 5 etapas a una de 14 etapas:
No sé si alguien se ha dado cuenta pero, tanto si se programan 5 etapas como si se programan 14,… La distancia entre Sarria y Santiago ¡es la misma!
Cuando alguien decide ir al Camino debe ser consciente de su estado físico y adaptar las etapas a sus posibilidades. Uno no debería pasarse la vida viendo deporte sentado en el sofá y levantarse para ir al Camino. Sudar y sufrir taquicardias viendo tu equipo de fútbol no prepara el cuerpo para esfuerzos. Hay que hacer deporte para ser deportista. Con esta distribución de etapas conseguía varias cosas:
- Diseñar las etapas como pequeños paseos de entre una hora u hora y media
- Parar a comer cada 60 o 90 minutos (y picar algo cada 20 o 30 minutos mientras se camina)
- Descansar de 30 a 60 minutos en cada parada
Yo puedo pasarme muchas horas sin comer, con beber agua (llevo siempre 2 L en la mochila) me basto para caminar y caminar durante horas sin parar, pero tan sólo si es imprescindible, pero hay que ser consciente y adaptar las etapas a nuestras posibilidades. Ya hace mucho que descubrí que me canso menos si hago varias paradas de poco tiempo (unos 5 minutos) o una o dos largas para partir la etapa (de 30 a 45 minutos cada una). La etapa se me hace más llevadera y termino menos cansado física y psicológicamente si hago esos descansos; ¿Que llegaré más tarde? ¿Y qué? Llegaré igual ¿verdad? Pues eso. Así, preguntas como ‘¿Por qué etapas tan cortas?’ o ‘¿Por qué tantas paradas para comer y descansar?’ se responden fácilmente: Porque, en su caso, la edad, el estado físico, la fibromialgia, la fatiga crónica y la artritis así lo exigían.
Cuando alteramos nuestra rutina sedentaria diaria, debemos ser conscientes que le estamos exigiendo a nuestro cuerpo un esfuerzo físico superior al normal y debemos comer para compensar ese exceso de gasto energético. Cuando uno no está acostumbrado a grandes esfuerzos, la alimentación suele jugar malas pasadas, solemos comer a las mismas horas que de costumbre pero más cantidad. Suponemos que, así, ingeriremos lo que le hace falta al cuerpo y que responderá bien un día tras otro. Esto es un gran error. No hay que comer las mismas veces y más cantidad sino más veces y menos cantidad. Un ejemplo ‘a lo burro’ sería este: Hay que comer 100 g de comida 10 veces al día y no 1 kg de comida una vez al día. Lógico ¿verdad? Si mantenemos una buena alimentación durante todo el Camino jamás nos quedaremos sin energía ni terminaremos las etapas desfallecidos.
También podemos tener problemas a nivel muscular o de ligamentos. La mayoría de este tipo de problemas que he visto en el Camino se han producido en paradas de 10 a 20 minutos, ‘en tierra de nadie’ que digo yo, cuando nos hemos empezado a enfriar pero sin darles tiempo a que se enfríen del todo. Las medias tintas no siempre son buenas. Así, los paseos se compensarían con los descansos y estos serían lo suficientemente largos como para que el músculo se enfríe del todo y volver a arrancar ‘de cero’.
Y falta hablar de un último detalle: la condición psicológica de la persona. Sí, ya sé que nadie está mal de la cabeza, que todos estamos psicológicamente sanos y que no tenemos ningún trauma. No hacemos deporte pero a nivel mental ¡somos superhéroes capaces de todo! ¿A que sí? Pues siento decir que hay pocas personas que sean capaces de descubrir el Camino y no empezar a replantearse muchas cosas mientras andan; incluso su vida. Estar a solas con uno mismo, en silencio, puede resultar en una conversación tan autocrítica que puede llegar a destrozarte. Y eso es bueno, pero da miedo. Con tiempos de entre 60 y 90 minutos, la intención es poder dar tiempo a reflexionar pero sin profundizar demasiado, a crear ‘breaks’ en las paradas que te hagan dejar de pensar y te devuelvan al mundo, a relacionarte con la gente. No, los pensamientos y reflexiones no se van de la cabeza, pero te distraes un rato y dejas de pensar en ellos de forma obsesiva y, si los retomas después, se mezclan con las conversaciones u opiniones obtenidas en la parada; y puede que consigas alguna respuesta.
Con todo, mi idea era más o menos la siguiente:
- Levantarse y comer algo antes de caminar
- Caminar de 60 a 90 minutos
- Desayunar (parada de 30 a 60 minutos)
- Caminar de 60 a 90 minutos (Aquí se terminaría una etapa de 6 km o 7 km)
- Comer (parada de 60 minutos)
- Caminar de 60 a 90 minutos (Aquí se terminaría una etapa de 8 km o más)
Con esta planificación, suponiendo que vamos a andar a una media de 3 km/h y contando los tiempos máximos para caminar y paradas, la etapa más larga sería de 6,5 horas. Saliendo a las 8 de la mañana, llegaríamos a destino a las 14.30 h tras haber recorrido 13,5 km, descansados y bien alimentados. Esta, creo yo, sí es una buena forma de preparar un Camino para quien se lanza a descubrirlo por primera vez y/o no sabe de cómo responderá su cuerpo y su mente.
Muchas gracias, no solo una guía para condiciones especiales sino una muy bonita reflexión incluida. Muy bien organizado sobre todo que lindo regalo caminar con una madre al lado.
El regalo me lo hizo ella a mí, dejándome que le mostrara lo que vivo cada vez que vuelvo al Camino y permitiéndome realizar un sueño.